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Entrevista a Adoración Guamán: precariedad laboral y políticas de ajuste

Profesora de Derecho y Doctora por la Universitat de Valencia y por la Universidad de París-Nanterre, docente e investigadora especializada en empresas transnacionales y derechos humanos, Adoración Guamán ya está en Buenos Aires y participará mañana en la Escuela de Economía Feminista organizada por DAWN en el marco del Foro Feminista contra el G20. En conversación con DAWNfeminist, se refirió a los desafíos que impone la coyuntura y al valor del movimiento feminista en este contexto.

¿Cuáles son hoy los desafíos urgentes del movimiento feminista, en un contexto de resurgimiento de la ultraderecha y de los grupos antiderechos?

Estamos siendo testigos del avance brutal de una ultraderecha, de un neofascismo como fase superior del neoliberalismo, que además expresa claramente el vínculo entre empresas y gobiernos: esta continuidad corporativa que atenta contra derechos sociales y libertades públicas, y que tiene una vertiente de dominación machista patriarcal, conservadora, que se expresa sin tapujos. La violencia económica y política se conjugan con el desprecio a las instituciones del Estado, con la dominación sobre el cuerpo de las mujeres, y el debate sobre el aborto creo que lo ha dejado de manifiesto. Entonces es un momento de urgencia, porque se están conjugando una serie de factores que impactan sobre los derechos de las mayorías sociales y que tienen un impacto específico sobre los derechos y la vida de las mujeres, y sobre la vida en general del planeta.
En la resistencia contra los movimientos del capital transnacional en partenariado con los Estados, en la resistencia contra los programas de ajuste y la acumulación por desposesión que ha venido sufriendo América Latina desde la década de 1980 hasta aquí, siempre han estado los movimientos feministas. En todo movimiento de masas transnacionalizado en América Latina las mujeres han tenido una presencia fundamental. Creo que el movimiento feminista ha visto muy claro que estos programas de ajustes, estos tratados de comercio e inversión, han tenido un impacto específico sobre la vida y sobre cómo vivimos las mujeres en la región. Cuando se produce una ofensiva de carácter neoliberal, las mujeres siempre han sabido analizarla en términos globales, no solamente en términos de una precarización sino en términos de un ataque directo contra la vida. El feminismo tiene propuestas holísticas, globales, que se vinculan perfectamente con todos los otros movimientos que se juntan en la Cumbre de los Pueblos. La perspectiva del movimiento feminista es una perspectiva capaz de globalizar, de aglutinar a otra serie de iniciativas.

¿Cómo ha evolucionado la inserción del movimiento feminista dentro de los movimientos sociales en general?

Siempre ha estado presente, pero paulatinamente ha ocupado lugares cada vez más amplios. En estos momentos, el movimiento feminista es el movimiento que nos da alegría y esperanza. Esto se ve en Europa claramente y en América Latina. En Europa, en los últimos años de crisis, cuando los movimientos sociales estaban muy golpeados, el movimiento feminista tomó las calles. Hubo una irrupción de las feministas más jóvenes, posicionando el tema de los cuidados, la necesidad de reconocer el trabajo invisibilizado de manera histórica, la vinculación patriarcado-capitalismo, sobre la que se ha teorizado tanto y que está ya muy presente en el discurso de las feministas. Todo esto ha colocado al movimiento feminista en una postura central, por la frescura, por el empuje y por la capacidad de aglutinar otras demandas. La lucha por el aborto como un derecho ha sido un revulsivo que ha despertado movilización, que ha sumado al conjunto de la sociedad y no únicamente a las mujeres en pro de una lucha. También la lucha contra la violencia de género ha sido un momento aglutinador que está permitiendo construir. El movimiento feminista es hoy uno de los grandes puntales de la reivindicación de derechos de manera potente, fresca, transversal, frente a una situación cada vez más dura.

¿En qué medida la agenda del G20 está hoy cooptada por los intereses de las transnacionales, y cómo impacta esto en particular en las mujeres?

El G20 nace como una respuesta a la crisis del multilateralismo y la voluntad de determinados hegemones -Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea- de evitar otros foros donde había estructuras que al menos reconocían la voz del conjunto de los países del mundo. Se procuró generar estructuras exclusivas donde se debaten cuestiones que afectan al planeta en un club de socios exclusivos, y por supuesto sin ningún tipo de funcionamiento democrático. El G20 viene permeado por los intereses del capital transnacional en partenariado con las grandes potencias. Nos dicen que el G20 es un foro con cierta representatividad porque acumula el 85% del Producto Bruto global, pero en realidad deja afuera a 180 países del mundo y a gran parte de la población mundial, y está tomando decisiones que deberían tomarse en parlamentos, en Naciones Unidas. La vinculación entre los intereses de las grandes transnacionales y estos foros es absolutamente clara, no solamente por la construcción de la lex mercatoria y porque estos países son los que están impulsando tratados de inversión y tratados comerciales de nueva generación, sino porque además estos países son la sede de las grandes transnacionales, que acaban cometiendo crímenes corporativos y deveniendo impunes precisamente por situarse en estos países donde se les protege. Hay un partenariado claro y cada vez más evidente entre determinados países y las transnacionales.
El G20 intenta darse una pátina de legitimidad, también porque afirman que en ese ámbito están discutiendo otros temas, y hablan de la participación de la sociedad civil en el G20 e incluso del Women20, que -según dicen- da una voz a las mujeres. Claro, que se hable de mujeres en el G20 no implica en ningún caso que se tengan en consideración las demandas del movimiento feminista y las necesidades reales de las mujeres. Se habla de la necesidad de inclusión laboral de las mujeres pero nunca se problematiza la desigualdad, nunca se problematiza el vínculo íntimo entre patriarcado y capitalismo. Se está hablando de emprendedurismo de la mujer, cuando ya la palabra emprendedurismo es una impugnación de la realidad que no tiene en cuenta la necesidad de hablar de trabajo en general, digno y de calidad para todas. Creo que es una técnica de maquillaje, como cuando el Fondo Monetario Internacional da un préstamo y afirma que el préstamo tiene que tener también algún tipo de medida para alcanzar la igualdad de género, pero en ningún momento habla de cuidados, ni de fondos para promover las políticas de corresponsabilidad. Así, llega un momento en que vemos que las políticas del G20 son políticas que atacan a la vida, son políticas de acumulación por desposesión que están sustentando este sistema.

¿Las políticas de desregulación y flexibilización laboral, como las implementadas en Brasil y Argentina, se están imponiendo progresivamente en la región y en el mundo?

Sí. La agenda de reformas laborales es uno de los pilares fundamentales para instaurar la precariedad como la situación normalizada del trabajo remunerado. Las políticas de ajuste del Consenso de Washington, que se trasladaron luego a Bruselas durante los años de la crisis todavía en marcha en Europa, han procurado impactar en el mercado laboral a través de leyes que permiten la precarización laboral como vía normal de inserción en el mercado de trabajo, que permiten la precarización de jóvenes y de mujeres, o que atacan las políticas de sindicalización y de negociación colectiva. La precarización del trabajo es una de las vías para la acumulación por desposesión. Hay que tener muy claro que esto siempre termina impactando en mayor medida en las mujeres; el caso español lo retrata de manera clara, porque aunque en principio no se impacta en la tasa laboral femenina, llega un momento en que la afectación es generalizada y las mujeres pagamos no sólo con los puestos de trabajo, sino también precarizando nuestra situación, y en muchos casos experimentando una expulsión del mercado laboral que nos hace volver a la casa, porque cuando hay políticas de conservación, normalmente conservan los varones. En esta situación, hay que tener muy claro el análisis de género cuando se analizan las reformas laborales, teniendo en cuenta que partimos de una situación de desigualdad. Las políticas de precariedad laboral están íntimamente ligadas a las políticas de ajuste.

Este martes se realiza la Escuela de Economía Feminista en Buenos Aires. ¿En qué medida un mayor conocimiento de los procesos económicos es importante para el movimiento feminista?

Es fundamental, porque en muchas ocasiones hay procesos tan complejos -los tratados de comercio e inversión, la deuda, los préstamos- que podemos compartirlos desde la generalidad o desde la crítica al sistema, lo que puede ser en muchos casos conveniente, pero llega un momento en que hemos de analizar específicamente el contenido de estos tratados, de estos ajustes, y cómo impacta ese contenido en las mujeres. Porque en realidad, la construcción de la militancia se basa en el saber y en el conocimiento, y en cómo difundirlo. Es fundamental tener en cuenta los efectos específicos de este neoliberalismo patriarcal autoritario, que tiene instrumentos complejos, y cómo esos instrumentos nos afectan. Y analizarlo con las herramientas que nos da el feminismo. Eso es lo que hacen estas escuelas: desgranar, analizar, desde lo macro a lo micro, cuáles son los efectos específicos sobre la vida y los derechos de las mujeres, y dar alternativas. Y las alternativas del feminismo frente a las políticas de depredación tienen un sentido holístico, de preservación de la vida. Estas escuelas son necesarias para generar conocimiento y para trasladar ese conocimiento a la movilización social.