Este artículo reflexiona sobre los desafíos que se plantean para los feminismos frente a la Cumbre del G20 en 2018. También retoma las lecciones aprendidas en el Foro Feminista Frente al Libre Comercio y la Gran Asamblea Feminista, realizadas del 10 al 13 de diciembre en Buenos Aires, Argentina, en el marco de la Cumbre de los Pueblos “Fuera OMC – Construyendo Soberanía” ante la realización de la 11º Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
LECCIONES APRENDIDAS
Nuestras sociedades se ven atravesadas por las condiciones que impone el poder corporativo en la disputa por los recursos y en la promoción de acuerdos comerciales, con la consecuente tensión que esto genera sobre las posibilidades de la política local. Dicho poder influye crecientemente en los actores políticos, condiciona las decisiones de los Estados, elude los mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y de alineación con los principios de los derechos humanos.
Encontramos aquí una premisa para estos tiempos turbulentos: convertir las agendas que nos impone el poder corporativo en oportunidades para renovar nuestra capacidad de resistencia y construcción de alternativas. Esa fue una de las derivas que nos dejó la 11° Reunión Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Argentina. Una sorpresiva y rica respuesta de diálogo e intercambio de saberes en la “Cumbre de los Pueblos” se dió frente a la Reunión de la OMC. En ese marco, se realizó el Foro Feminista Frente al Libre Comercio que procuró dialogar sobre diferentes perspectivas y puntos de vista frente a la agenda del libre comercio y la avanzada neoliberal en Latinoamérica y el sur global.
Una segunda premisa para la época son los principios y los aprendizajes en los que nos basamos para poder hacer frente a este mundo feroz y tramposo (Sen y Durano, 2015). La experiencia del Foro Feminista Frente al Libre Comercio fue una construcción colectiva en la cual pudimos revisar nuestras prácticas. Por eso reflexionamos sobre las condiciones que existieron para esa construcción, basada en un feminismo potente, inclusivo, dispuesto a la escucha. Para el diálogo realizado en el Foro fue esencial delinear paneles y talleres donde la mayor cantidad de mujeres, trans y lesbianas estuviesen representadxs y donde lejos de querer una hegemonía como respuesta, quedaron plasmadas preguntas, desafíos y tensiones.
Desde estas dos premisas, un primer aprendizaje fue magnificar y concebir la dificultad de los movimientos sociales, de mujeres y feministas para poder abordar y hacer suyas temáticas que tuvieran que ver con la economía, con las dinámicas de entendimiento más complejas como los efectos de los tratados de “libre” comercio e inversión y el poder corporativo en nuestras vidas. En un principio, pareciera que todas estas temáticas están alejadas de nuestra capacidad de abordaje pero no de nuestra realidad. Sin embargo, pudimos contar con un auditorio colmado predispuesto a la socialización de saberes intercambiados fluidamente, desde lo teórico a las experiencias territoriales. Las realidades urgentes y cruentas que nos están atravesando, hicieron que las coordenadas del Foro fueran más allá de lo meramente competente en relación a la OMC y la liberalización económica, donde los contextos globales de violencia contra las mujeres, la criminalización de las disidencias sexuales, la impunidad del poder corporativo y la complicidad de los Estados frente a los embates contra los derechos de la Humanidad y de la Tierra, fueron una necesidad a ser discutida en la jornada.
Otro aprendizaje del Foro fue la necesidad de socialización de espacios de saberes donde pueda ser accesible el conocimiento para entender la realidad a la que nos enfrentamos y discutir los intereses de distintos sectores y subjetividades. En dicho espacio pudimos problematizar qué modelos económicos están en juego, qué objetivos están detrás de estos debates comerciales y cuáles son sus efectos diferenciados para poder contar con herramientas que nos permitan organizarnos de manera emancipatoria.
En este sentido, el carácter alternativo que tiene no solo el pensamiento feminista, sino también sus formas y prácticas éticas son un potencial para trabajar estos problemas desde un abordaje territorial. Ello hace posible comprender el carácter múltiple de nuestras luchas, opresiones y las formas más diversas y creativas para organizarnos. Asimismo, crean espacios posibles donde visibilizar y trabajar alrededor de las tensiones que se presentan. En particular, una de las manifestaciones de tensión más importante fue el planteamiento del carácter distintivo de clase y racial. Fue muy discutido el carácter diferencial como trabajadoras, donde se volvió central reflejar los modelos plurales y múltiples del trabajo contemplando no solo el trabajo productivo sino también reproductivo, de cuidados no remunerado. Tensión que fue una de las principales disputas de sentidos en las movilizaciones del #8M de este año.
LOS DESAFÍOS DE LA AGENDA DEL G20
La experiencia de la organización social frente a la OMC es una plataforma potente para actuar frente a la nueva instancia de “multilateralismo de elite” (Ocampo, 2011)1 que representa la próxima cumbre de líderes del G20 que sucederá a fin de año en Buenos Aires. En este caso hay canales formales de inclusión de la visión y las demandas de las mujeres, a través del grupo de afinidad2 específico (Women20 o W20), así como de áreas de trabajo de género en otros grupos de afinidad (como es el caso de la Gender Task Force dentro del T20, o los aportes que desde esta mirada está haciendo el C20)3 .
El W20 se ha propuesto cuatro ejes de intervención: inclusión laboral, digital, financiera y desarrollo rural. Ser parte de las distintas instancias de participación dentro de esta estructura4 es importante para que la mirada feminista permee las recomendaciones para los grupos de toma de decisión, resista a las visiones más convencionales que dominan buena parte de las perspectivas prevalecientes en este proceso y exponga las tensiones que se generan entre las aspiraciones de promoción de los derechos de las mujeres y las políticas económicas que promueven los gobiernos de los países que integran el G20. El seguimiento de estos espacios también puede funcionar como un registro de los ejes y lenguajes que se manejan, se recrean y se apropian.
En este sentido es importante insistir en la necesidad de vincular la agenda y las propuestas del W20 con los temas que la Ministerial estará discutiendo, que incluyen el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y seguridad alimentaria. Estos temas son de extrema relevancia para la vida de las mujeres, lesbianas y trans, y la resistencia de la organización social debe contribuir a exponer las amenazas que implican: un futuro del trabajo fundado en la precarización de las condiciones de empleo, el recorte de los derechos laborales y la persistente invisibilización del trabajo reproductivo; el riesgo de la promoción de asociaciones público-privadas para la creación y extensión de infraestructura para el desarrollo que se concentra en los megaproyectos que habilitan negocios al sector privado en un contexto de manejos contractuales y financieros poco transparentes, lo que a su tiempo puede terminar restringiendo el acceso de las mujeres a infraestructura social básica y a servicios sociales esenciales; un paradigma de seguridad alimentaria que habilita la concentración del mercado, la mercantilización de los alimentos, y la expoliación de los territorios poniendo en riesgo la soberanía alimentaria, y por lo tanto amenazando las estrategias de vida de las mujeres, los hogares y los pueblos.
Será necesario nuevamente generar espacios de expresión de estas visiones por fuera de las estructuras oficiales, porque son poco permeables a nuestras demandas, pero también porque es en estos espacios “en los bordes” donde podemos construir las alternativas. Recrear espacios de difusión de información, formación y capacitación, organización y resistencia activa con una presencia notable de los feminismos es el desafío que tenemos por delante.
NOTAS
1 Ocampo (2011) se refiere de esta forma a grupos intergubernamentales e instituciones con composición ah hoc y exclusiva impulsadas por países desarrollados que definen políticas en áreas clave como las finanzas globales, el comercio, la tributación. Estos organismos tienen graves problemas de legitimidad. El G20, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Consejo de Estabilidad Financiera (CEF) son ejemplos de multilateralismo de élite. (Ocampo, J. A. (2011) Reforming the International Monetary System. Helsinki: UNU-WIDER. Annual Lecture 14).
2 Los grupos de afinidad se entienden como redes trasnacionales de organizaciones de la sociedad civil, centros de pensamiento, representaciones empresarias y sindicales que buscan influir en los grupos de toma de decisión del G20. El W20 se propone “incidir en las políticas públicas para incrementar la participación de la mujer en las economías y sociedades de sus países” (http://w20argentina.com)
3 El T20 es el grupo de afinidad de los llamados “think tanks”. El C20 es el grupo de afinidad de la sociedad civil.
4 Por ejemplo, el Foro Nacional de Consulta y Debate llevado a cabo el 23 de marzo pasado en Buenos Aires (http://w20argentina.com/wp-content/uploads/2018/04/programa_4.pdf)
Este artículo está publicado en el DAWN Informa Junio 2018.