La XI° Reunión Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) realizada en Buenos Aires dejó un sabor amargo en la boca del multilateralismo comercial. En el marco de una fuerte crisis del organismo, el gobierno argentino se empeñó en decir “hay vida más allá de Buenos Aires”, postergando la resolución de esta crisis. Pero la verdad es que, como se preveía, nada importante pasó en la Ministerial de Buenos Aires.
Sin embargo, la reunión sí tuvo un impacto significativo sobre el orden político sudamericano. En primer lugar, fue la primera Ministerial de la OMC en América del Sur, en un contexto regional altamente favorable al libre comercio. El gobierno de Mauricio Macri prometió desde su asunción el arribo masivo de inversiones extranjeras (lo que aún no se ha materializado). Esto se lograría con el “retorno” de los países a la órbita de la seguridad jurídica, lo cual se produce a través de la suscripción de Tratados de Libre Comercio (TLC) y de Tratados de Inversión que den certidumbre a los inversores. El intento de los países del Mercosur por adherir a la Alianza del Pacífico va en ese camino, mientras se negocian diversos TLC intra-regionales, como Chile-Uruguay, Chile-Argentina, Chile-Brasil, Mercosur-México, entre otros.
En segundo lugar, la llegada de la OMC significó una excusa para el aumento de la militarización en la región. El gobierno argentino avanzó en la compra de equipamiento militar para garantizar la seguridad de esta Reunión y para la Cumbre del G-20 en 2018, para lo cual se gastarán más de 150 millones de dólares entre gastos de seguridad y organizativos. El saldo es una actualización tecnológica y de equipamiento de las fuerzas armadas locales que, una vez terminado el bienio de reuniones y cumbres, estarán disponibles para su uso interno en un marco de creciente criminalización de la protesta social.
En tercer lugar, esta Reunión se realizó en un contexto de desconfianza del gobierno con respecto a la sociedad civil que históricamente sigue las Ministeriales. Un hecho insólito, constituido en papelón internacional, fue la elaboración de una lista con más de 60 activistas que no sólo fueron desacreditados de la Ministerial, sino que tuvieron problemas para ingresar al país. Esta política de rechazo a cualquier participación civil en la Ministerial demostró el profundo desconocimiento del gobierno argentino sobre el funcionamiento histórico de este tipo de organismos internacionales y cristalizó la tensa relación que existe entre el gobierno y las organizaciones sociales a nivel interno. No debería extrañarnos que para la Cumbre del G-20 desplieguen la misma estrategia con el objetivo de mostrar que tienen todo “bajo control”.
Entonces, más allá de lo que sucede al interior de estas reuniones, el impacto local y regional es notorio, y no sólo sobre el país anfitrión, sino sobre el modo en que se piense la política regional en los próximos años.
LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS: DE LO NACIONAL A LO GLOBAL
Aun cuando la Ministerial presentó magros resultados, quedó en evidencia que esta organización sigue generando resistencias. A donde quiera que vaya la OMC, al igual que el G-20, las organizaciones sociales alzan la voz en su contra y se articulan para visibilizar la posición crítica a este multilateralismo engañoso.
Frente a la llegada de la OMC a Buenos Aires se organizó en Argentina la “Confluencia Fuera OMC”. Este espacio nació a mediados de 2017 y se conformó con más de 100 organizaciones nacionales, más otras 100 regionales y globales. La Confluencia fue impulsada por la Asamblea “Argentina mejor sin TLC”1 , la cual funciona de manera coordinada con aliados regionales contra el libre comercio, especialmente las plataformas creadas contra el Tratado Transpacífico (TPP) en Chile, México y Perú, además de aliados históricos como la Red Brasilera contra el Libre Comercio (REBRIP). Se sumaron también organizaciones con una larga trayectoria en la resistencia global, como la Red ATTAC, Amigos de la Tierra, La Vía Campesina y la CLOC, Latindadd, Global Forest Coalition, Transnational Institute, Global Justice Now, el Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), DAWN, Jubileo Sur, entre otras, así como las campañas más recientes como Desmantelemos el Poder Corporativo.
La Confluencia “Fuera OMC” decidió que enfrentaría la llegada de la Ministerial con manifestaciones callejeras, pero también con la discusión sobre alternativas, levantando el guante del proceso de la Cumbre de los Pueblos en Bali en 2013. Esto no implicó dejar de lado lo que iba sucediendo al interior de la Ministerial; sin embargo, la decisión estuvo puesta sobre el trabajo de las alternativas y la crítica al sistema de comercio en su conjunto. Sobre este entendimiento se montó la Cumbre de los Pueblos “Fuera OMC, construyendo soberanía”, donde funcionaron foros temáticos enfocados sobre las alternativas al capitalismo, formas sustentables de relación con la naturaleza y los bienes comunes, el modelo productivo y de consumo, la economía popular y la economía feminista2 .
Con respecto a los temas de la Cumbre, un dato relevante es que los dos foros con mayor resonancia fueron: el Foro de Bienes Comunes y el Foro Feminista frente al libre comercio. Se trata de dos temas que en la última década han aparecido con mucha fuerza en la agenda comercial ya que refieren directamente a los impactos de la política de liberalización. Por un lado, se han puesto en discusión los daños ambientales causados por tratados que reprimarizan las economías y amplían las fronteras sojeras, el desmonte, el extractivismo, mientras otorgan privilegios a los inversionistas para demandar a los Estados en tribunales arbitrales en caso de que opongan a esta política expoliadora. Por otro lado, la aparición en escena del Foro Feminista expresa un tema central en la liberalización, que son sus efectos sobre la vida de las mujeres. Actualmente los mismos son retocados cosméticamente con la inclusión de capítulos sobre “Mujeres” en los TLC (como en la propuesta canadiense), pero que en realidad sólo se refieren a las mujeres emprendedoras y en la economía, pero no a los impactos generales de la liberalización comercial sobre la vida de las mujeres. Por ello, estos dos temas resultan de central importancia para discutir el futuro de la política comercial de nuestros países.
El balance final de la Cumbre de los Pueblos ha sido más que positivo. El proceso de organización, articulación y debate implicó un crecimiento político para las organizaciones que se comprometieron a nivel nacional y regional. La llegada de la Ministerial implicó para muchas organizaciones su primer contacto con el proceso de resistencia global. Este contacto ha producido un salto en la formación política y humana de quienes participaron en la Cumbre.
Muchos son los desafíos que quedan hacia adelante, especialmente en el camino al G-20 en Buenos Aires en 2018. El éxito ha sido importante, pero aún falta mucho trabajo político, especialmente en lo que hace a la coordinación entre movimientos. Los espejos de colores que nos trae el capitalismo, con sus falsas discusiones y debates altamente técnicos, llenos de datos, en idiomas incomprensibles, nos han hecho olvidar la urgencia del cambio. Entonces, no perderse en los detalles de las negociaciones se vuelve crucial. Tenemos que mantener el foco en la pantalla grande, en toda la fotografía de cómo funciona y se reconfigura cotidianamente el capitalismo. Con libre comercio o con proteccionismo, la esencia es siempre la misma: la explotación del trabajo y la expoliación del planeta. El camino de las Cumbres de los Pueblos, centradas en discutir alternativas, se vuelve entonces cada vez más necesario.
NOTAS
2 https://fueraomc.org/final-statement/
Este artículo está publicado en el DAWN Informa Junio 2018.