DAWN, en colaboración con el Movimiento Manuela Ramos, organizó un panel público titulado “Contratos sociales de género: luchas por la igualdad y los derechos humanos de las mujeres” en Lima, Perú, el 2 de junio, 2017.
La actividad contó con la asistencia de más de un centenar de personas de organizaciones feministas, movimientos sociales y académicos, entre otros. Las y los participantes contribuyeron a una discusión interactiva con los panelistas, examinando cómo conceptos críticos como la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer, la incorporación de la perspectiva de género y la inclusión social, por los que han luchado los movimientos de mujeres en todas partes, están siendo cooptados tanto por el Estado como por las principales instituciones neoliberales. En este proceso de cooptación se evita una discusión real sobre las formas de intersección de la injusticia social, las bases estructurales de la desigualdad y la democracia iliberal.
Partiendo de su experiencia global y local, panelistas de Perú, Argentina, Uruguay, Fiji y la India compartieron sus visiones sobre estos retos y sobre el impacto que tienen en la implementación de políticas públicas desde una perspectiva feminista.
Desde el Perú, Victoria Villanueva, Directora del Movimiento Manuela Ramos, revisó la trayectoria del movimiento feminista en el Perú y las luchas por la igualdad de género y la transformación social. Examinó críticamente los avances y discutió los continuos desafíos, especialmente en la realización de los derechos económicos de las mujeres, la lucha por comprometerse políticamente, erradicar la violencia de género, y proteger y garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Patricia Carrillo, miembro del Grupo Impulsar Mujer y Cambio Climático, compartió las mejoras y deficiencias de las políticas de integración de la igualdad de género en Perú, destacando preocupaciones claves como la violencia de género, la participación política y el acceso de las mujeres a los recursos económicos independientemente de su papel como cuidadoras.
Corina Rodríguez, miembro del Comité Ejecutivo de DAWN, argumentó que, a pesar de las políticas que buscan promover y proteger los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres y reducir las diferencias de género, persisten hoy disparidades y desigualdades flagrantes y obstáculos persistentes para lograr la igualdad de género y la transformación social en América Latina. Dijo que esto incluía la falta de voluntad política para asegurar la implementación de políticas progresistas. Destacó además el aspecto no transformador del enfoque limitado a mujeres empresarias y habló de la necesidad de valorar el trabajo de atención no remunerada de las mujeres y asegurar su redistribución. Más inquietante aún, señaló el creciente poder e influencia del sector privado en la política de desarrollo, lo que convierte a las políticas públicas en instrumentos de legitimación para la acumulación de capital y no en instrumentos de transformación social.
La Presidenta del Consejo de DAWN, Claire Slatter, discutió el creciente problema de la democracia iliberal y los retos que plantea a los derechos humanos y al activismo de las feministas en muchos países. Detalló la historia de los golpes militares en Fiji y su regreso a la democracia en 2014, con la elección de un gobierno populista. El firme compromiso del gobierno de otorgar derechos económicos, sociales y culturales no fue igualado por el respeto a los derechos civiles y políticos. La Constitución de 2013 prohibió la impugnación legal de los decretos introducidos entre 2006 y 2014. Los derechos y libertades fundamentales son restringidos en determinadas circunstancias, incluida la de permitir elecciones ordenadas. Las ONG que reciben fondos extranjeros tienen prohibido por Decreto Electoral el “hacer campaña” en temas electorales, lo que excluye la organización de debates, mesas redondas o información editorial. La libertad de prensa y los derechos sindicales siguen estando restringidos legalmente y una nueva ley propone sancionar con penas de prisión y/o fuertes multas a cualquiera que critique a los miembros (o a una Comisión) del Parlamento o al Presidente. El activismo feminista para promover los derechos de las mujeres bajo la democracia iliberal de Fiji ha sido aplastado y los grupos feministas se han visto desafiados a encontrar nuevas formas de trabajar en este difícil contexto político.
En comentarios finales, la co-coordinadora de DAWN, Gita Sen, advirtió que la ‘era de la inocencia ha terminado’ y que ahora vivimos no sólo en un nuevo mundo feroz, sino también en un “nuevo mundo difícil”. Señaló que en este complejo mundo tanto las entidades estatales como las no estatales pueden a veces parecer apoyar algunos aspectos de la agenda feminista progresista, mientras trabajan en otras formas de oponerse a ella. Utilizó múltiples ejemplos, entre ellos las instituciones de Bretton Woods, que favorecen la entrada y la participación de la mujer en la fuerza de trabajo, al tiempo que continúan imponiendo la reducción del gasto fiscal y restringiendo el gasto social con graves efectos perjudiciales sobre la capacidad de las mujeres para trabajar en condiciones de igualdad con los hombres.
Otros ejemplos incluyeron la oposición actual del presidente estadounidense a los acuerdos comerciales regionales como el Acuerdo Transpacífico, mientras se opone firmemente a la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y diluye las leyes, normas y acuerdos ambientales y laborales, como el Acuerdo de París. Por el contrario, el actual presidente de Filipinas apoya la aplicación de la histórica ley de salud reproductiva del país, al tiempo que promueve asesinatos extrajudiciales a gran escala de los llamados delincuentes de drogas.
Advirtió que en muchos países el populismo está creciendo a la par con la democracia iliberal. Argumentó que un sector empresarial privado mucho más fuerte es una de las fuerzas críticas detrás de estas tendencias no liberales, desempeñando un papel creciente no sólo en el ámbito económico sino en el político, como fue evidente en el derrocamiento del gobierno del Partido de los Trabajadores de Dilma Roussef en Brasil. También advirtió de la peligrosa trayectoria hacia las asociaciones público-privadas, donde el sector privado está accediendo al dinero público tanto como está influyendo en la vida política. Desafió a las organizaciones feministas a revisar el significado de la democracia y cómo reconstruirla, y dijo que ahora es el momento de crear nuevas alianzas a largo plazo. Terminó diciendo que ya no podemos esperar progreso solo a través de cambios incrementales de políticas y programas, y argumentó que ha llegado el momento de volver a la movilización pública y el activismo “en las calles”.