fbpx

Retrocesos 4.0: los desafíos de la protección social de les trabajadores de plataformas

Trabajadores de plataformas ocupan la sede de una empresa de reparto a domicilio porque los transformarían en “autónomos”. La secretaria adjunta de un nuevo sindicato de plataformas es bloqueada en la aplicación de la empresa luego de organizar una huelga. Sindicatos bancarios reclaman por les trabajadores de plataformas de venta por internet por estar fuera del convenio colectivo. Un joven “rider” migrante muere atropellado en la vía pública mientras pedaleaba para entregar un pedido de Glovo. Diseñadores freelancers cobran por sus proyectos en bitcoin. Una mujer sostenía a su familia gracias a los ingresos por rentar su propia casa en Airbnb, pero desde hace unos meses compite con los anfitriones corporativos en la misma ciudad. Trabajadores de Amazon van a la huelga en el Prime Day bajo la consigna “¡somos trabajadores, no robots!”.


Estas realidades pueden encontrarse en ciudades tan distantes como Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Lisboa, Mumbai, Minnesota, Santiago de Chile, Padua, Nueva Delhi, Londres o Manila. Sin embargo, las desigualdades en el eje Norte-Sur muestran las disparidades entre la oferta y demanda de trabajo en plataformas. Entre los mismos países del sur global son notables las diferencias de “costos”. Por ello, se vuelven más atractivos los servicios de “freelancers” de Asia que los de Argentina.

Cuando exploramos en detalle las singularidades que adquiere la “plataformización del trabajo”, nos encontramos con diferentes dimensiones que deben considerarse y situarse geográficamente al momento de evaluar las oportunidades que esta economía inaugura. Las narrativas que elogian la “revolución 4.0”, la “economía colaborativa”, la “internacionalización del trabajo individual” y el comercio digital, presentan serias dificultades a la hora de garantizar normas laborales, regulaciones fiscales y protección social para lxs trabajadores que encuentran allí una posibilidad de ingreso. El presente artículo se propone resumir estos desafíos desde la perspectiva feminista del sur global, considerando los posicionamientos que han realizado académicxs, activistas, sindicatos, organismos internacionales y redes globales que buscan unir las luchas frente al avance inmanejable e irreversible de la tecnología.

Las claves de la des-protección social

Cuando se habla de “economía de plataformas” se suele asociar los conceptos de gig-economy, on-demand economy, crowdsourcing, microworkers, collaborative economy, “uberización del empleo” y access economy. Sin embargo, la heterogeneidad de las tareas e intercambios realizados a través de estas plataformas ha generado diferencias en las formas de situar el trabajo, la calificación laboral, la construcción de perfiles de usuarios-consumidores y usuarios-proveedores, la remuneración, la disponibilidad de tiempo, la evaluación de desempeño, etc. Es por ello que un primer aspecto debe concentrarse en la caracterización y tipologías de plataformas.

De acuerdo a los factores que se tengan en cuenta, este tipo de trabajo se pueden distinguir según la intensidad del factor productivo involucrado, sea de capital intensivo o de trabajo intensivo; también se pueden diferenciar por el tipo de servicio prestado -ya sea virtual o físico- y el nivel de calificación requerido a les trabajadores (Madariaga et al., 2019). El estudio reciente de la OIT (2019) introduce una especificación con respecto al número de personas implicadas, distinguiendo, por un lado, las plataformas basadas en la web que asignan a individuos freelance tareas de larga duración o a un grupo de personas se les asigna microtareas o tareas creativas basadas en concurso. Por otro, las plataformas basadas en la ubicación y en aplicaciones que operan por geolocalización donde la mayoría de las tareas se distribuyen a individuos concretos -vía las APPs- como el transporte (Uber), el alojamiento (Airbnb), los repartos (Glovo, Deliveroo, etc.) y los servicios para el hogar (Taskrabbit, Zolbers) y suelen ser menos las que se asignan a un grupo de personas, como la realización de microtareas locales.

Desde diferentes sectores se han advertido los riesgos y desafíos de las tendencias actuales de la “deslaboralización” del trabajo en las plataformas digitales. La misma OIT (2019) ha señalado los desafíos de garantizar una trabajo decente cuando desde las mismas empresas de plataformas digitales se insiste en que son “nuevas” modalidades –diferentes al trabajo tradicional- justamente para evadir la normativa laboral. Considerando esta contraposición, plantearemos una serie de desafíos a los derechos laborales, de la seguridad social y protección social de quienes encuentran en la economía de plataformas una oportunidad de generar ingresos o complementarlos, trabajar desde su casa o combinar horarios en una “jornada flexible”:

  • El impacto en la relación laboral: El rol de la empresa de plataforma se desdibuja y solo aparece como una intermediaria del intercambio de bienes y servicios, y no como empleadora. Desde estas plataformas se habla de participantes, socios, autónomos o contratistas independientes. Sin embargo, el principal argumento de lxs trabajadores para reclamar los aportes laborales es la insistencia de su relación de dependencia y la denuncia de la falsa “autonomía”. En países del Norte, hemos visto el avance de la judicialización de los casos, las inspecciones de trabajo y se han puesto en marcha  procesos de regularización a través del cobro de impuestos. Sin embargo, la situación en países del Sur es notablemente diferente, por las capacidades regulatorias del Estado y por el contexto de incremento del desempleo, la precarización, el trabajo no registrado y la informalidad. Desde las investigaciones del Sur (Del Bono, 2018) se advierte que la creación de una figura ad hoc -intermedia entre el trabajador en relación de dependencia y el autónomo- puede abrir la puerta para legalizar la deslaboralización, como ha sido la propuesta de reforma laboral que intentó impulsar el gobierno en Argentina. En cualquier caso, estas situaciones hablan de las discrepancias frente a un marco regulatorio global y del poder de las empresas digitales transnacionales.
  • El ranking portable[1] como registro de la trayectoria laboral: La protección de lxs trabajadores también reside en la capacidad de acreditar antecedentes a lo largo de su historia laboral. Para contribuir a la transparencia digital se debería asegurar la propiedad y portabilidad de los datos de lxs trabajadores, que de este modo podrán contar con la información de su desempeño laboral (CETyD et al., 2019; Scaserra, 2019).
  • Desafíos en el plano de la asociación sindical, la negociación colectiva y el diálogo social cuando “el jefe es el algoritmo”: En los casos de lxs trabajadores de plataformas que brindan servicios físicos y están geolocalizados, el ejercicio de la libertad sindical se ha visto atentado cuando se organizan tanto para reclamar por demandas referidas al trabajo cotidiano (tener espacios de descanso o seguro de accidente), como para exigir sus aportes y contribuciones al sistema jubilatorio. Para quienes realizan microtareas o venden productos vía plataformas, en muchos casos no cuentan con una referencia personal con un supervisor para poder dialogar con la empresa. En otros casos la sindicalización misma se dificulta frente a las modalidades de home office y trabajo remoto, más aún si se trata de demandas por el derecho a la desconexión (Scasserra, 2019). Este último punto es central, si pensamos que se trata de una fuerza de trabajo disponible las 24hs. y los 365 días del año. Si la flexibilidad horaria era una de las variables positivas, ahora son las mismas plataformas las que pueden penalizar si se rechazan pedidos o no se responden consultas online.
  • Combinar el trabajo remunerado con el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado: la OIT (2019) señala que los dos motivos más recurrentes para ingresar en plataformas son “complementar la remuneración recibida por otros trabajos” y “preferencia por trabajar en casa”. Pero en el caso de las mujeres, mayoritariamente se afirma que solo pueden trabajar desde casa por la carga global de trabajo de cuidados no remunerados. La supuesta “inclusión laboral y digital” agrava las condiciones en las cuales las mujeres desempeñan su labor, con jornadas interminables que combinan trabajo remunerado y no remunerado, viendo estas últimas intensificadas por la erosión de las obligaciones estatales (Gurumurthy et al. 2018); sin licencias por enfermedad, embarazo, sin vacaciones pagas y con incertidumbre del futuro jubilatorio. A diferencia de quienes provienen del mercado informal y acceden a “microtrabajos”, hay que considerar la generación de nuevas profesionales mujeres “freelance” cuyas trayectorias laborales interrumpen carreras profesionales para “emprender” un trabajo remoto desde casa y cuidar sus hijxs.
  • Ruralidad y protección social: el arribo de las plataformas digitales transnacionales como Amazon en el comercio minorista de alimentos inaugura una serie de riesgos en el sector. Se reafirman los problemas reales de brechas de género existentes en materia de capacidades tecno-sociales y desafíos socioeconómicos que enfrenta la agricultura familiar, las pequeñas empresas y las cooperativas impulsadas por mujeres, en especial, en el sector rural del sur-global (Gurumurthy et al. 2018).
  • Migraciones y derechos: los mecanismos de protección social que se diagramen deben contemplar la población migrante que trabaja en plataformas, en muchos casos sin contar con la documentación de residencia, el acceso a servicios básicos y la posibilidad futura de acceder a pensiones y jubilaciones.
  • Reafirmación de la división internacional sexual-racial del trabajo: La generización también ha modelado la fuerza de trabajo que integra las plataformas, encontrando una parte fuertemente masculinizada –como las de reparto y transporte-, mientras otras destinadas al cuidado de personas dependientes o de servicios, están altamente feminizadas[2]. De este modo, se refuerza la división sexual-racial del trabajo para las mujeres que ingresan a plataformas de servicio doméstico, el cuidado de mascotas, o el transporte de pasajeras.

A su vez, en el caso de los países del sur, es altamente probable encontrar a trabajadores que dependen exclusivamente del ingreso obtenido en plataformas digitales y que estén desprotegidos (seguro de salud, plan de jubilación o pensión). Solo un porcentaje muy pequeño de trabajadores de los países del sur contaba con aportes de jubilación o pensión, siendo del 21% para África y un 32 % en Asia y el Pacífico (OIT, 2019).

  • La necesidad de incorporar mecanismos que faciliten la cobertura de trabajadores con múltiples empleadores: Considerando la división internacional sexual-racial del trabajo y las disparidades en la capacidad de “competir” en el mercado (Gurumurthy et al. 2018), otro desafío radica en garantizar la protección social a trabajadores que tienen empleadores en distintos países.

Repasando estos desafíos, una pregunta necesita ser situada en el sendero de la resistencia. Frente a los retrocesos en materia de protección social y derechos laborales, las herramientas de lucha y organización colectiva pueden quedar obsoletas. En ese sendero, se han lanzado huelgas mundiales y “apagones” de las APP; se ha orientado a la disputa legal en los juzgados laborales; se han formado cooperativas de reparto, nuevos sindicatos y se ha comenzado a articular con trabajadores tercerizados y subcontratados.

Las empresas de plataformas digitales, al igual que el “land-grabbing”, la depredación de recursos naturales, la propiedad intelectual y las finanzas, forman parte del modelo de capitalismo extractivo (Sassen, 2017). Por ello, las estrategias de organización y lucha deben contemplar cómo operan estas empresas en la intersección del nivel local-regional-global y quienes son los potenciales hacedores de políticas públicas en Estados capturados por las corporaciones.

Referencias bibliográficas:

Del Bono, Andrea (2018) “El trabajo en las plataformas digitales: los riesgos de la uberización del empleo en tiempos de crisis”, Nodal.

CETyD et al. (2019) Agenda urgente para una sociedad de trabajo, IDAES-UNSAM/FES-Buenos Aires.

Gurumurthy, Anita Nandini Chami y Cecilia Alemany Billorou (2018) Igualdad de género en la economía digital, ITF/DAWN.

Madariaga, J., Buenadicha, C., Molina, E. y Ernst, C. (2019) Economía de plataformas y empleo ¿Cómo es trabajar para una app en Argentina?, CIPPEC/BID/OIT, Buenos Aires.

OIT (2019) Las plataformas digitales y el futuro del trabajo. Cómo fomentar el trabajo decente en el mundo digital, Ginebra.

Sassen, Saskia (2017) “El mundo unificado por la regla dorada de la expropiación capitalista”, Sin Permiso. URL de origen (Obtenido en 02/09/2019): http://www.sinpermiso.info/textos/el-mundo-unificado-por-la-regla-dorada-dela-expropiacion-capitalista

Scasserra, Sofía (2019) “Debates en torno al futuro del trabajo”, Carrera de Relaciones del Trabajo, UNAJ, Florencio Varela.


[1] Se trataría de poder acreditar toda la información que la empresa releva respecto del desempeño laboral de cada trabajador (CETyD et al., 2019).

[2] Los estudios citados relevan datos en términos binarios. No se cuenta con estudios de organismos públicos o de organizaciones que releven la presencia de personas LGBT+. Lo mismo sucede con poblaciones con discapacidad.